viernes, abril 25, 2008

De política del agua y ombliguismo neolítico.

¡Qué días fantásticos, ayer y hoy, para ir a la playa en Barcelona! –sólo que no llueve, para desesperación de pantanos y políticos locales. He visto a mis amigos futurólogos y se han despachado a gusto despotricando sobre las actuales problemáticas políticas referentes al agua.

Decía Mercadal:

- Rumbau, nosotros que postulamos salir ya de una puñetera vez del Neolítico, es decir, de la sociedad agraria a la cual todavía pertenecemos, y estos políticos “ombliguistas” (nombre con el que suele llamar Mercadal a los nacionalistas) nos están anclando en el más puro Neolítico. Realmente, estoy a punto de hacer una huelga de periódico, pues ya no aguanto más los dimes y diretes sobre este tema, ni siquiera los chistes.

- ¿Por qué estás tan enfadado? –le pregunto sorprendido, pues Mercadal suele ser una persona ponderada y además comprensiva con la clase política.

- ¡Hombre, es que es para darles a todos de bastonazos! ¡Y eso ocurre en Cataluña y en España, dónde se alardea de vanguardismo y se quiere dar lecciones morales al mundo entero! Los problemas del agua no son problemas locales, pues es de cajón que estamos ante una situación de emergencia peninsular, continental y planetaria que tan sólo acaba de empezar y que irá a más de un modo galopante e imparable. Querer enfrentarse a estos temas desde los intereses vecinales, comarcales, provinciales o regionales, indica una cortedad de miras digna de la más atrasada Edad de la Piedra, cuando las tribus guerreaban para poder lavar la ropa en una fuente o en un mismo río.

- Tienes razón, Mercadal –interviene Bastides–, aquí sólo habría que escuchar y hacer caso al gobierno, bien asesorado por las comisiones que hicieran falta con representación local, eso sí, pero obligados todos a alcanzar un único y común acuerdo. Pero todavía falta mucho para llegar a este punto. La Generalitat queriendo actuar por su cuenta, los partidos tomando posiciones oportunistas, los vecinos del Ebro y los regantes mostrando actitudes irracionales, todos tiran de la cuerda hacia su lado propio, realmente deplorable.

- ¡Pues no veas cuando los problemas empiecen de verdad! Porque según se dice por ahí, estamos entrando en una fase irremediable de escaseces de todo tipo.

- ¿Pensáis que los partidos deberían hacer más? –les pregunto.

- Por supuesto. Aquí sólo valen planteamientos racionales vistos desde perpectivas globales y aceptando todas las complejidades del caso –responde Mercadal. – Y creo que ningún partido lo ha hecho. Desde luego, hay matices y matices. Escalofriante es ver a Esquerra Republicana aliarse con los intereses más tribales del terruño para afianzarse en las zonas rurales y agudizar así las contradicciones de Iniciativa, muy bien implantada, creo, en el sur. Interesante también ver el desgarro de Iniciativa que, tras sus etapas de defensa ecológica a ultranza de lo local, de pronto se ve confrontada a los problemas de la realidad global que requiere soluciones y perspectivas globales. Los socialistas del PSC, que la saben más larga, han intentado estar por encima de los opuestos tácticos, pero olvidándose que esta realidad encaja con otra más global que afecta a otras comunidades y, por lo tanto, que requiere de posturas globales del país. Y patético ver a CiU desentenderse de la realidad de los problemas, interesada sólo en descubrir el flanco más débil, para pegar allí dónde más duele. Lo mismo que el PP, ansioso de repescar el tema del Ebro con el que ya tropezó en su día, no para buscar soluciones de futuro, sino para meter el dedo en el ojo socialista.

- Bueno –les digo–, tampoco hay para extrañarse tanto. Los partidos se han movido siempre por oportunismo e intereses particulares y a corto plazo, y ya se sabe que el objetivo principal es el Poder.

- Sí, pero luego que no se quejen –contesta Mercadal muy serio– si el público les da la espalda. Hoy en día no está el horno para bollos, y empieza a ser capital darse cuenta que estamos todos en un mismo barco, que el mundo entero es un mismo barco, y que ya no hay enemigos y “otros” a los que atacar porque todos somos los pilotos y navegantes de esta misma nave, la Tierra. ¿Dónde está el partido capaz de situarse en esa posición? No lo hay. Parece una utopía, pero te aseguro que no tardaremos en obligar a los partidos a tomar posturas de este tipo. ¡O nos vamos rápido al carajo!

- Bueno, es fácil criticar cuando se está fuera pero seguro que desde dentro, las soluciones no están tan claras ni es tan sencillo compaginar los intereses de unos y de otros –les digo.– Por otra parte, hay que decir que la ciudadanía barcelonesa ha demostrado una cierta madurez: por un lado, calladita sin decir ni mú, y por el otro lado, ahorrando agua en casa. ¿No os parece curioso? En Valencia o Madrid ya se habrían despachado con alguna que otra manifestación.

- Más que madurez –contesta Mercadal–, yo diría que es desconcierto: recuerdo que cuando hubo el conflicto del Ebro, Barcelona se volcó en defensa del Delta y aquí tuvieron lugar varias manifestaciones dónde los vecinos y regantes del río fueron muy bien recibidos y aplaudidos. Y ahora, estos mismos barceloneses no saben qué decir cuando aquellos vecinos y regantes no sólo rechazan el mini-falso-elíptico-o yo qué sé trasvase de aguas sobrantes, sino que incluso se dedican a criticar a los de Barcelona, tachándolos de insaciables bebedores y malgastadores de agua… Se entiende que la ciudadanía de aquí se haya quedado sin habla, o dicho con otras palabras, sin saber cuáles son sus enemigos. Eso, más que madurez, es objetividad, pues la verdad es que no hay enemigo alguno contra el que pelear, sino decisiones a tomar, desde una racionalidad que, repito, sólo puede ser global y a la vez compleja.

- Vosotros que sois futurólogos, ¿cómo creéis que van a evolucionar estos temas en los próximos decenios? –les pregunto, siempre ansioso de escuchar sus orginales propuestas de futuro.

- Mira, Rumbau –contesta Bastides remojándose la cara con un poco de agua del mar–, ya sabes que nuestras tesis indican un futuro inmediato de fragmentación y, por lo tanto, de una cierta confrontación de territorios y posturas. La tensión entre el centro y la periferia será una constante al menos durante los próximos 10 años. Ya veis que incluso dentro del PP empieza a haber tendencias de dispersión. La oposición que encuentra Esperanza Aguirre por imponerse no es más que la de los territorios periféricos, que se resisten a pasar por el tubo madrileño. En el PSOE también existe la misma tensión, y sabido es que Zapatero ha empezado su segunda legislatura con sonoros clarines centrípetos, frente a la centrifugación de su etapa anterior. Estos vaivenes indican claramente que dicha tensión está viva y bien viva y que va a condicionar sin duda la política de los próximos años.

Se detuvo un momento para mirar el cielo, dónde una bandada de gaviotas se despachaba a gusto sobrevolando y comiendo de un banco de boquerones muertos, que las olas iban depositando sobre la arena cuál brillantes y tristes hojitas de mar.

- Esto quiere decir que durante un largo período, actitudes irracionales y ombliguistas seguirán en el orden del día, hasta que los consumidores se cansen y manden a todos estos políticos a paseo. Se impondrá entonces el principio del Consenso Contradictorio, que ya sabes hemos postulado en varias ocasiones, en el que las contradicciones entre lo global y lo local, siempre irresolubles, se aceptarán como tales, sacando de la tensión de dichos opuestos la fuerza necesaria para la toma de decisiones plurales y contradictorias, pero a la vez operativas desde el punto de vista de la defensa de ambos extremos. Pero ya te digo, faltan unos 10 o 20 años para llegar a ello.

- Bueno, entretanto algo habá que hacer… Diez o veinte años son muchos años -digo yo.

- Sí, y tal vez me equivoque al dar estos plazos, y los cambios lleguen más temprano. Lo más seguro es que el tema del agua, al implicar a tantas personas pertenecientes al ámbito de lo rural-neolítico, se mantenga insoluble y con parecidos términos durante largos años, sin que nadie baje del burro. Mientras, tendrán lugar en paralelo cambios importantísimos en las sociedades más dinámicas del mundo y de las ciudades, cambios que forzarán la aparición de nuevas organizaciones y modos de enfoque, los cuales, en un momento determinado, pondrán fin a los viejos contenciosos por la vía expeditiva y sin contemplación alguna, dejando a los ombliguistas neolíticos con su azada en la cuneta. Y eso, que dicho así suena a ciencia ficción, está más cerca de lo que nos pensamos. Los cambios se aceleran y ya no hay tiempo para las adaptaciones. Y quiénes se resistan a ellos, corren un gran peligro. Esos serán los dramas del futuro, Rumbau, esa falta de espacio y de tiempo para encajar los enormes cambios que se están incubando. Transformaciones que según pensamos Mercadal y yo mismo, no están tan lejos como nos imaginamos.

Palabras con las que nos despedimos, querido bloguero, tras sonar el himno e ir tirando yo, no sin un cierto atisbo de ecológica mala conciencia, hacia las chorreantes duchas del Club.

viernes, abril 18, 2008

De crisis y políticos “vedettes”.

Estos días fecundos en novedades políticas, con las elecciones aún calentitas realizadas en España y en Italia, es un gusto hablar con los dos futurólogos de la playa. Finos observadores del presente como son, no se les ha escapado un fenómeno que está a todas luces de actualidad: el fenómeno de los políticos estrella o “vedettes”, cómo los llama Mercadal. Decía éste el otro día:

- ¿Habéis visto que una de las razones de la victoria de Berlusconi es su naturaleza histriónica de gran bufón? ¡Lo que le gusta a este hombre hacer teatro! Y a los votantes, parece que les encanta la función. No por algo los italianos inventaron la ópera, y la Comedia del Arte, que tanta influencia tuvo en las escenas europeas. Tal vez a Veltroni le faltó ponerse la nariz de payaso, o la peluca de Pantaleone o la capucha de Pulcinella. Bromas aparte, lo cierto es que ahora a los políticos se les reclama dotes escénicas, sino mirad a Sarkozy, que desde que es presidente no ha parado de hacer el número. Dicen que pierde apoyo, pero si hubiera elecciones de nuevo, seguro que volvería a ganarlas. En cambio, el británico Brown no entusiasma a su público: demasiado serio, dicen.

- Zapatero sería también una excepción, pues parece un político bastante serio… -le inquiero.

- En absoluto. Lo que pasa es que utiliza otros recursos. Su sistema es sorprender a la opinión con nombramientos vistosos y desconcertantes. Lo de la embarazada Chacón es un golpe de gran efecto teatral y mediático, no lo podéis negar. Fijaros que todos los periódicos de Europa han reproducido la imagen de la ministra mandando “firmes” a los militares. Un éxito indiscutible. Igualmente su apuesta por la presencia femenina en el gobierno. Una medida que ha descolocado a media Europa. Ya puede reirse Berlusconi, en el fondo se muere de envidia, pues difícilmente podrá igualar semejante jugada en sus primeros pasos de gobierno, sobretodo cuando sus trucos y efectos son viejos y archiconocidos. Otro que también parece gustar de los focos es Puttin: hoy ha salido junto al italiano en busca de “glamour”, aunque el tiro les ha salido a ambos por la culata, con la metedura de pata ésta respecto a la pobre periodista rusa…

- Es cierto lo que dices, Mercadal –repone Bastides que escuchaba muy serio las palabras de su amigo astrólogo–, nuestras sociedades necesitan el brillo de las “vedettes” en los escenarios de la política. Es un peaje que los políticos deben estar dispuestos a pagar. En realidad, siempre ha sido así: el pueblo gusta de las pompas, y ya que los reyes no llevan mantos ni coronas, al menos que los políticos hagan un poco de teatro.

Interviene de nuevo Mercadal con las siguientes palabras:

- Bien cierto es lo que dices, Bastides. En España, Zapatero ha optado por el “glamour” de sus flamantes ministras, y en Alemania, la Merkel, a la chita callando, ha impuesto un estilo discreto de reina sin corona: esa mujer vale lo que pesa, y no me extrañaría que volviera a ganar, coalicionándose con verdes y rojos. Este mosaico de figuras en las “taifas” europeas indica el buen momento de la Unión. Por mucho que se diga lo contrario, Europa está en uno de sus mejores momentos. No lo dudes, Rumbau. Esa falta de dirección política que tanto le achacan, es precisamente su mayor riqueza. Se dice que no toma decisiones, que duda y se empantana. Cierto. Pero hay veces en que lo conveniente es ver las cosas oscuras, porque, ¿acaso es posible verlas claras? Yo creo que no, y lo mejor es reconocerlo, pues lo contrario es insistir en el error, tal como los EEUU se han empeñado con tanto ardor.

- Creo que eres demasiado optimista, Mercadal –le digo al exdoctor–, está bien no equivocarse pero dejar que otros decidan y actúen es permitir el error de éstos.

- Sí, pero alguien tiene que actuar, y ese papel de “malos y brutos” que se han otorgado los americanos, les va de perlas a los europeos para manejarse en la complejidad del mundo y asegurarse el futuro de los negocios. No dudo que haya peligros graves, como la política de caos y tierra quemada en Oriente Medio. Lo raro es que el incendio aún no se haya propagado con mayor rotundidad por el entorno. Por lo visto, algo les ha fallado a los estrategas de Bush. Y creo que la “no decisión” de Europa tiene mucho que ver con eso, pues el “agua de la indecisión” apaga el fuego de los guerreros. Un ejemplo es el de Israel y los Palestinos: sorprende que con tanto fuego, muerte y acoso, no salgan más chispas de aquel infierno. Y la razón es Europa, con su capacidad de decisión empantanada.

Bastides en aquel momento intervino para decir:

- Nuevos factores están entrando en juego que nadie se esperaba y van a dar al traste con bastantes de estas estrategias: me refiero a las hambrunas en ciernes, que asoman ya por el horizonte. Esta crisis puede desbaratar los planes americanos, a no ser que nos sorprendan con algún movimiento inesperado, cosa que dudo.

- A qué te refieres? –pregunto al adivino de la Barceloneta.

- Pues que esta crisis ha sorpendido a muchos, yo el primero. Era de esperar, pero nadie pensaba en ella. La subida del precio de los alimentos, más las tres comidas al día de las nuevas clases pudientes de la China y la India, han creado una situación insostenible y catastrófica. Sólo faltaba el invento ése de los biocomestibles y el precio del petróleo en las nubes. Hay soluciones, por supuesto, pero poca disposición a tenerlas en cuenta. Aquí es dónde Europa podría ejercer un cierto liderazgo, pues las únicas soluciones que hay no pasan por los cañones sino por un ejercicio de racionalidad compleja. Ya veremos hasta dónde llegan los aspavientos de la crisis. Pero si las alarmas se disparan finalmente, habrá que actuar, pues los peligros serán enormes.

- Parece que hay suma de factores: la crisis financiera, la subida del precio de los alimentos, el tema energético y la cantinela del cambio climático, que no por conocida deja de estar ahí cada día más presente… -digo intentando resumir la temática de la conversación.

- Así es, suma de factores que puede multiplicar los efectos –repone Bastides.- Pero ya sabes que no me gustan los catastrofismos y que suelo ser optimista, a pesar de que la razón nos empuja a lo contrario. Las crisis son de esperar, y el siglo XXI será muy denso en ellas, esto es algo evidente. Las mortaldades pueden ser apabullantes, y los desequilibrios, fulgurantes. Ya veremos como aguanta el sistema, quiero decir, los órdenes mundiales y sus poderes. Yo creo que bastante bien, con algunas bajas y unos cuantos cambios, desde luego. Veremos qué pasa con China. Aquí se juegan unos cuantos futuros, pues de la actitud que tomen sus dirigentes dependerán muchas cosas. Ojalá el pragmatismo del que siempre han hecho gala les empuje a la racionalidad, aunque muy me temo que serán sus bases las que tengan que imponerla. Y gente para apretar tienen de sobra. El Gran Dragón levantará el vuelo para zamparse a los monstruos de Occidente e instaurar un orden más humano. Bueno, eso dicen algunos, claro. Yo, en verdad, no digo nada y me atengo a los hechos.

Ante las enigmáticas palabras del futurólogo, pregunté:

- ¿Pero a qué te refieres, Bastides?

Responde Mercadal, ante el mutismo en el que de pronto ha entrado el adivino de la Barceloneta.

- Ya sabes, Rumbau, que nuestros trabajos llegan muy lejos en el tiempo, y Bastides se refiere a leyendas que sonarán en el futuro, de las que lógicamente todavía no hay constancia en el mundo. Lo cierto es que el panorama aparece confuso pero no tanto visto con la perspectiva adecuada. Desde el punto de vista de los símbolos, es evidente que Cronos está haciendo de las suyas, muy salido ya del Tártaro dónde antaño fue recluído. Y los Zeus y demás parentela no están en parte alguna para retenerlo. Muy al contrario, son Marte y Plutón, ambos amantes de la guerra, quiénes le aúpan y cabalgan en su lomo. Por eso el siglo ha nacido tan guerrero. Pero cómo habéis dicho muy bien tú y Bastides, las cosas están cada vez más complicadas. Los factores se suman y es difícil predecir el rumbo de los acontecimientos. Cronos es peligroso encarnado en minorías. Pero su socialización rebaja el grado de peligrosidad del Titán ciego.

Caray, me digo ante el discurso de Mercadal. Continúa diciendo el exdoctor astrólogo:

- …¿Y no es acaso eso lo que está ocurriendo, con esa socialización de los vertiginosos medios de comunicación, los transportes, la informática, los correos y los cruces de culturas y población? Los cambios son enormes y galopantes, y el tiempo representado por Cronos se encarna hoy en cada uno de los habitantes del planeta: la mayoría sucumben a su arrrollo, pero muchos se lo hacen suyo y aprenden a cabalgarlo. Todo dependerá si se consigue desbaratar el poder de élites y minorías, pues sólo del empuje estadístico y emergente de lo plural pueden salir nuevas racionalidades de lo complejo. Y si no se preserva la variedad de la naturaleza humana, será muy difícil encontrar soluciones.

Me quedé de piedra al escuchar las tremendas palabras de Mercadal. Comprendo que aquel par de futurólogos aficionados han llegado realmente a deducciones y cálculos tan lejanos como atrevidos, difíciles de sustentar pero interesantes en sus planteamientos. Pienso que bien valdría la pena indagar más sobre su trabajo. Pero creo que será mejor dejarlo para otro día, pues no sólo veo a los futurólogos cansados, sino que tampoco sería corrector abusar de tu paciencia, querido y sufrido lector bloguero.

miércoles, abril 16, 2008

Berlusconi de nuevo

Si los periódicos no mienten, en Italia ha ganado de nuevo, y con mayoría absoluta, Silvio Berlusconi. Aquí en España, que acabamos de votar “útilmente” a Zapatero en un ejercicio de responsabilidad cívica, no nos entra en la cabeza que este personaje tan impresentable y marrullero, maestro de la manipulación, haya conquistado el corazón de la mayoría de los italianos.

Lo quise comentar con mis amigos de la playa, viejos conocedores de la política italiana, a la que suelen dar mucha importancia. Y Bastides, cómo siempre, respondió a mi desconcierto con palabras sensatas no exentas de una cierta ambigüedad:

- Mira, Rumbau, lo de Italia es grave pero no tanto, si lo vemos desde determinadas perspectivas. Tienes razón en lo que dices de Berlusconi, pero piensa que en situaciones de acoso civilizatorio, como en el que parece que se encuentran los italianos, es lógico que hayan optado por la prudencia conservadora, al votar al mal conocido, protegiéndose de un “bien” desconocido del que sólo les ha llegado una música más bien triste y apagada. Así ha sonado la melodía de Walter Veltroni. Pese a su empeño en “norteamericanizarse”, el exalcade de Roma ha hecho una campaña carente de nervio, determinación y largo alcance civilizatorio. Ante el futuro incierto y tambaleante que ofrecía, la sordidez mediática y chirriante de Berlusconi, pregonada a bombo y platillo, se ha impuesto por goleada, sin que la izquierda, en esos años de gobierno, haya movido un dedo para sacarle la más mínima parcela de poder mediático.

¡Caramba!, me digo al escuchar estas tremendas palabras. ¿A dónde querrá conducirme Bastides?, me pregunto algo alarmado. Continuó el futurólogo del siguiente modo:

- ¿Es ello muy negativo? Lo es, desde luego, pues no está el horno para bollos ni los países se pueden permitir paréntesis de decadencia tan largos, pero piensa también que los italianos no tienen un pelo de tontos –o tal vez muchos, dirán algunos, pero yo no lo creo–, y su capacidad de respuesta en los momentos críticos es bien conocida –fíjate en el fútbol, especialistas como son en remontar partidos al último minuto. De modo que es posible que un sexto sentido les haya dicho: “sigamos con nuestra caída al vacío, guiados por un payaso que nos explica chistes por televisión, algo que la mayoría agradecemos y valoramos, al ser nuestra idiosincracia tan dada a la ligereza festiva, y cuando llegue el momento de levantarse porque se ha tocado fondo, ya votaremos a los Veltroni de turno, que sin duda vendrán más preparados y con urgencias más llamativas”. Así debieron pensar la mayoría de los italianos, orgullosos en su desprecio a la inteligencia y muy ufanos en defender unos tópicos que luego suelen vender a los turistas convertidos en vistosos “souvenirs”.

- Pero si la caída resulta tan dañina como se prevé, igual les cuesta mucho levantarse y reaccionar… –le increpo.

- Nunca se sabe, Rumbau. Hace tiempo que con Mercadal estamos viendo un colapso acercarse. No sé si habrá uno o serán varios seguidos,o una cascada de colapsos en aumento galopante o menguante, pero sin duda están al caer. En cierto modo, hasta que en Europa y en el mundo rico occidental no se haya vivido en carne propia un colapso de los de verdad, poco hay que hacer en materia de políticas civilizacionales. Quiero decir, que poco importa que los gobernantes sean más sensibles, aptos, honrados y bienpensantes, si sus políticas coinciden todas en lo esencial. Claro que para la vida cotidiana y los pequeños detalles de la convivencia y de la vida familiar, un Zapatero es mil veces más agradable que un Aznar o un Berlosconi: ofende menos la sensibilidad ciudadana y garantiza unos derechos que éstos últimos gustan de pisar con desprecio. Pero visto con la distancia de una observación crítica civilizatoria, las decisiones importantes deberán llegar de abajo a arriba, pues los políticos por definición están discapacitados para ello, atrapados por los intereses y los equilibrios de poder. Y en esta labor de base, puede que los italianos estén aún más avanzados que los españoles, mira lo qué te digo.

- Tienes razón en eso, Bastides –repuso Mercadal, que se moría de ganas de intervenir, pues tenía también ideas propias sobre el tema–. Fíjaros que España es un país de nuevos ricos, con muy poca experiencia aún en democracia, lo que ha sido útil para su actual despegue, por la carencia de escrúpulos que esas situaciones requieren. Pero la verdad es que carecemos aún de base sobre lo que significa una sociedad de ciudadanos libres, con capacidad de decisión y con voluntad autónoma de los individuos. En estas labores, creo que los italianos están más bregados: carecen de nacionalismos, por ejemplo, pues lo de la Liga es más un movimiento de secesión y de independencia económica de unas burguesías ávidas, que un nacionalismo propiamente dicho. Y la vieja inercia de las Ciudades Estados se mantiene viva en el inconsciente italiano, cuya unificación como estado puede ser borrada al primer soplo. Y esto da a Italia unas ventajas de partida muy importantes. España podría remediar este atraso desarrollando el Estado de las Autonomías a todo correr, sin hacer caso a las ambiciones de las llamadas “nacionalidades históricas”, cuyos histerismos entorpecen la verdadera descentralización del país, y huyendo, desde luego, del todopoderoso centralismo madrileño, empeñado en ser la “España de todos”. Sólo así podremos alcanzar el nivel adecuado de respuesta en cuanto las crisis y los colapsos nos alcancen.

- ¡Vaya! –exclamo ante los comentarios de mis dos amigos– ¡De modo que la victoria de Berlosconi os ha dejado indiferentes!

- No es eso, Rumbau –repone Mercadal, siempre ansioso de mediar en las discusiones y hacer pedagogía–, sin duda Veltroni habría sido una baza más útil y digna para un país de tanta categoría como es Italia, pero la realidad es así de puñetera, y Berlosconi ha conseguido incrustrarse en el inconsciente de los italianos como un icono más de sus “gracias identitarias”, del mismo modo que aquí tenemos a los toros, la Virgen del Pilar, la Moreneta o la Guardia Civil, cuyos tricornios todavía venden en el mercado de los “souvenirs”. Fíjate que sus primeras palabras, tras la vistoria, fueron chistes machistas y bromas despectivas al femenismo zapateril. Y contra esto es muy difícil luchar, pues constituye algo muy arraigado, que toca fibras de mucha profundidad, y contra lo que sólo una campaña o una figura política de igual o mayor empaque podría hacer frente. La elegancia anglosajona de la que ha hecho gala Veltroni –sin responder, por ejemplo, a las pullas del contrincante– no ha sido capaz de enfrentarse al folclorismo mediático y barato pero muy arraigado en la mentalidad del italiano medio berlusconiano.

De cajón, pienso, admirado de la finura de pensamiento de Mercadal. Pero aún así, no me resisto a llevar la contraria a los dos futológos de la Barceloneta. Les digo:

- Está muy bien lo que decís, pero siguiendo vuestro mismo hilo de pensamiento, es obvio que una política descentralizadora como la de Zapatero permitirá a nuestro país alcanzar situaciones más favorables a los futuros inciertos de que habláis. Además, es evidente que políticas de medio ambiente y de acogida social de la inmigración ayudarán a largo plazo a reducir los impactos de las crisis inevitables.

- Por supuesto, por supuesto, no hay que confundir la velocidad con el tocino –contestó Mercadal, con muchas ganas de darme la razón–, Zapatero es una ganga y una garantía de calidad democrática y social, por decirlo de alguna manera, pero ya ves la realidad de Europa, con políticos que parecen más cercanos a Berlosconi que a nuestro primer ministro. Aunque no olvides que en esta materia de la descentralización, en Italia sucede lo contrario que aquí: la izquierda es centralista, y la derecha sueña con descomponer el país. Mira, lo importante es atenerse a las realidades, que no son nada halagüeñas, y ver por dónde van los tiros. Ya sabes que ésta es nuestra ambición, observar el futuro con la máxima objetividad, algo imposible a todas luces, pero de lo que no desistimos. Y la verdad es que estos supuestos contratiempos introducen factores de imprevisibilidad que excitan nuestra atención sobre los tiempos presentes y venidores, o sea que no todo es tan negativo, al menos para nosotros.

Atónito por la argumentación del doctor jubilado Mercadal, escucho a Bastides intervenir del siguiente modo:

- ¡Pero no sólo es eso, Rumbau! En casos como el italiano se nos escapan muchas cosas que deberíamos tener en cuenta. Por ejemplo, el hecho de que Veltroni haya perdido pero cosechando un buen número de votos que, sin alcanzar la mayoría necesaria para gobernar, sí muestran una inclinación del electorado hacia posiciones de mayor pragmatismo político. Es lo mismo que ha ocurrido en España con el PP y su no victoria (su famosa y “pírrica derrota-victoria”), que le ha dado un incremento mayor de votos que el recibido por el PSOE: esos muchos millones, aún sin ganar, pesan lo suyo y no está mal la presión que ejercen y seguirán ejerciendo. Pues con los votantes afines a Veltroni pasa lo mismo: han perdido, cierto, pero no se quedarán de brazos cruzados, pues a nadie le gusta que le pisen sus derechos, y menos a los italianos. De modo que hablar de victorias y derrotas es importante pero tampoco tanto. Digamos que el poder ha pasado a manos del magnate televisivo, hecho indiscutible, de modo que sus chanchullos seguirán en aumento con el beneplácito de su mayoría electoral, empeñada en aplaudirle las trampas, pero la sociedad seguirá moviéndose por derroteros propios e impredicibles, y por caminos de vitalidad más interesantes de lo que nos imaginamos.

Me doy cuenta de pronto que los dos futurólogos tienen uno de esos días “pesados”, en los que les gusta alargarse con alambicados razonamientos de difícil digestión. Será el tiempo, pienso, con nubes y más frío de lo normal. Y pensando en el sufrido lector bloguero, decido detener aquí esta crónica, con la esperanza de continuarlo en una próxima ocasión.