viernes, marzo 21, 2008

Viernes Santo

Con un tiempo agradable aunque frío, la Setmana Santa transcurre en Barcelona casi sin visibilidad, en referencia a sus aspectos religiosos. El paganismo de la sociedad de consumo se ha impuesto de tal modo al viejo calendario eclesiástico, que las efemérides residuales de lo religioso quedan como reliquias de otros tiempos, a disposición del nostálgico o del “voyeur” con ganas de submergirse en el tiempo.

De la religiosidad de los grandes eventos se ha pasado a la mini-religiosidad de los ritualitos cotidianos con los que las personas intentan cruzar el día a día de sus existencias: que si la televisión, un día al cine, paseído por la playa, al restaurante de la Barceloneta, revolcón dominical, unas tapitas aquí, una copas por allá…

Por eso, cuando llegan esos días de Pasos, capuchas, saetas y bandas musicales, los paganos nos dejamos atrapar por lo que queda de las viejas ceremonias colectivas. En mi caso, esa nostalgia es en realidad “nostalgia del futuro”, una anticipación de lo que podrían llegar a ser ceremonias paganas con participación colectiva en las que lo importante no son las creencias sino los elementos catárticos de la música, el ritmo, los fulgores primaverales, los alardes escultóricos “paseados” a ombros o a caballo, y otras exaltaciones “no culturales” de la creatividad humana. Una semana que dejaría ya de ser “Santa” para llamarse sin complejo alguno “Semana Pagana”.

Los nostálgicos de futuro como yo, en espera de esos días magníficos que se anuncian en los horizontes de los imaginativos, no tenemos más remedio que recurrir a lo viejo catártico de profundas raíces paganas, como es la Semana Santa especialmente andaluza, o a la magnífica y sin paragón alguna Fiesta de las Fallas de Valencia, la región sin duda más pagana y menos culturalista de toda España.

Que las Fallas coincidan casi con la Semana Santa es ya un aviso para los navegantes del futuro: por ahí van los tiros, dicen los valencianos entre petardos, cremás, pasodobles y corridas de toros.

El futuro de España hay que buscarlo en algunos de los atavismos más rotundos que todavía se desparraman por su geografía fragmentada. Las Fallas y la Semana Santa andaluza son, por el momento, sus mejores estandartes.

martes, marzo 18, 2008

Viene la Semana Santa

Querido bloguero,

Llega la Semana Santa a Barcelona. Bueno, llega a todas partes, por supuesto, pero en mi ciudad reviste un carácter muy especial, que ya comenté una vez, francamente agradable. De entrada, Barcelona se vacía de muchos de sus residentes habituales, en general los pudientes. Se quedan, pues, los populares, los impudientes y los de clase media en general. Se llena igualmente de turistas que vienen para unos días concretos, lo que da a la ciudad un aire festivo de curiosa excepcionalidad. Al coincidir con el despertar de la primavera, ese aire se llena de perfumes y de tonos alegres. Además están las procesiones, sin paragón con las importantes del país –es decir, son escasas y pobretonas, pero muy populares–, lo que las hace tan interesantes desde el punto de vista de la antropología urbana.

Por ejemplo, en la procesión del domingo pasado que salió de la Iglesia de San Agustín y que vi desde el balcón de mi casa –en la que la cofradía de los Macarenos del lugar calentó motores pensando en el Viernes Santo–, delante del paso de Jesús con el borrico iba un grupo de niñas filipinas –la Iglesia de San Agustín es uno de los centros filipinos más importantes de Barcelona– con unos estandartes de corte oriental que jamás había visto en una procesión de Semana Santa. ¡Caramba!, me dije, ¡Oriente se nos mete por las rendijas de la Semana Santa! Esos deseos de integración ya los vi durante las fiestas de Santa Eulalia, al pasar bandas de tamborileros constituídos por jóvenes de distintas etnias del barrio: filipinos, marroquíes, paquistanís…, cada grupo con sus peculiaridades rítmicas y vestimentarias.

Son días para ir a la playa si el tiempo acompaña: el público es extremadamente variopinto, como jamás he visto en otro lugar. Los inmigrantes ya instalados en Barcelona se mezclan con los locales más los turistas, y el conjunto es de un colorido y una animación extraordinarias. La playa nudista se llena de gays de tota Europa lo que atrae también a los autóctonos en grados superlativos. Aunque el hombre del tiempo nos quiere fastidiar con fríos augurios de frentes lluviosos. Espero que, cómo es habitual, se equivoque por el bien de todos (aunque el campo lo agradecería, desde luego).

Prometo ir informando sobre la semana, que espero sea para todos placentera, pagana y llena de colorido.

domingo, marzo 16, 2008

Hablaron las urnas.

El resultado de las elecciones en España se ha ajustado a las encuestas que daban la victoria a los socialistas, aunque ha sorprendido y dejado en estado de choc a más de un partido. Lo hablábamos ayer con mis amigos de la playa, aprovechando el día excelente de sol. Decía Mercadal:

- Francamente, no sé por qué se extrañan tanto los nacionalistas periféricos de haber perdido votos. Atribuyen la culpa a la bipolarización, cosa en cierta manera cierta, pues los dos partidos principales han acaparado los medios. Pero la verdad es que han perdido la fidelidad de muchos votantes, y eso se debe a razones más complejas. Algo también aplicable a los Verdes de IU, que han sufrido una de sus peores derrotas.

- Ya decíamos el otro día que los nacionalismos clásicos están de capa caída –apunta el futurólogo Bastides–. La gente gusta fragmentarse y autonomizarse, pero con argumentos inteligentes y más abstractos, que nada tienen que ver con los viscerales. Remitirse a las emociones patrióticas es algo que cada día interesa a menos gente. Es lógico que los abueletes disfruten con banderas, soflamas y vivas a la patria, pero a los jóvenes que viajan adónde quieren y que charlan por internet con personas de todo el mundo, este lenguaje les sabe a viejo. ¿No te parece, Rumbau?

Les contesto a aquellos dos abueletes, que juntos deben sumar más de 140 años, que sí, que tienen razón, pero que por desgracia existe todavía mucha tendencia a dejarse llevar por estos sentimientos de pertenencia colectiva.

- Tu lo has dicho –responde Bastides–, pertenencia colectiva, pero no necesariamente relativa al terruño, la bandera o la lengua. Hoy en día existen muchas maneras de sentirse acompañado por los demás, y lo mejor es que ésos sean pocos. Los españoles nos hemos vuelto muy exigentes y exquisitos, y lo que gusta a muchos resulta sospechoso. Por eso, la mayoría ha preferido la opción autonomista del PSOE, que plantea la fragmentación desde bases racionales y empíricas, sin las virulencias identitarias de los nacionalistas del centro, representados por el PP, o de los periféricos, representados por los partidos nacionalistas locales. Éstos siguen conservando su electorado más fiel, pero han perdido fuerza y presencia social.

- ¿Y os parece que se han dado cuenta de ello? –les pregunto.

- En absoluto, cada uno sigue en sus trece. Se ha tomado por costumbre en España que los políticos deben ser fieles a sus ideas de partida, aunque éstas estén caducas. Lo vemos cada día: Ibarretxe con su plan del referéndum, CiU y ER con sus pretensiones soberanistas. Se afirman en los errores sólo por mostrar firmeza y coherencia. Los que sí parece que han aprendido algo son los del PP: Rajoy quiere cambiar de equipo y jubilar a unos cuantos. Si al final resulta que es el único que se adapta a la realidad, en las próximas elecciones puede arrasar. Su mirada a Valencia es estratégicamente correcta, y su avance en Andalucía indica el camino. Su lastre es Madrid. Aquí puede tener su futuro flanco débil. Esperanza Aguirre tiene poder y quiere más, pero su ambición ilimitada y su política poco simpática conllevan peligros graves. Y si Rajoy continúa ignorando a Ruiz-Gallardón, a la larga perderá Madrid, su baluarte más seguro. Con lo que su jugada valenciana le habrá servido de poco.

- Y a Zapatero, ¿cómo lo veis? –les pregunto, asombrado de sus finos comentarios.

- Bien y mal, –responde Mercadal, animado por mis preguntas– pues su victoria, aunque contundente, no le da mayoría suficiente, y es difícil que los políticos mantengan la humildad y el equilibrio durante dos legislaturas consecutivas. Su tendencia es afirmar que han ganado con rotundidad, y eso es verdad hasta un cierto punto. La realidad es que deberán pactar con unos y con otros, y esto conlleva mucho desgaste, sobretodo si los socios son nacionalistas periféricos encegados en conflictos e intereses locales. Creo que los socialistas son los que lo tienen más difícil para mantener su mayoría, pues deben realizar un ejercicio muy fino de análisis y de adaptación a la realidad, siempre difícil de hacer cuando se está en el poder. Pero si lo consiguen, aunque sea por mínimos, entonces no habrá quién les pare y a la tercera ganarán por mayoría absoluta. También influirá, desde luego, su política internacional, uno de los capítulos pendientes de Zapatero.

Caramba, me digo. Hay que recordar que tanto Bastides como Mercadal son dos futurólogos con una visión muy clara y peculiar de la España del futuro, basada en lo que ellos llaman la FEAA, siglas que significan Federación Española de Autonomías Autodeterminadas.

- ¿Veis más cercana la FEAA después de estas eleciones? –me atrevo a preguntarles.

- Hum…., -contesta Bastides mirando hacia el horizonte– mira Rumbau, esto de la FEAA a ti te hace mucha gracia y a nosotros también, pero no deja de ser una formulación nuestra que hay que poner siempre en remojo. Desde luego, nos reafirmamos en nuestras visiones, pero ya sabes que en la profesión de futurología nunca se avanza sobre seguro ni en línea recta. Piensa que la incertidumbre es creciente, y que los especialistas en prospectiva, cuyos sueldos son inmensos, cada día reducen las plazos temporales de previsibilidad, sin mojarse en el detalle ni en la media o corta distancia. Es decir, que ni siquiera estos profesionales tan cualificados se atreven a vaticinar nada. Lo que se lleva hoy en día, iniciado por los americanos y cada día más copiado por las potencias con ínfulas de serlo, es que el futuro no se prevé ni se anticipa, se “inventa”.

- ¿Qué quieres decir?

- Pues que los mandamases se han hartado de equivocarse y de no saber a qué atenerse, y han decidido ser ellos mismos quiénes proponen futuros, aplicando el principio de los hechos consumados. Se sirvieron para ello del famoso recurso a la “guerra preventiva”. Con esta excusa, intervienen y modifican la situación, creando un cuadro que nadie hubiera jamás esperado pero que ahí está por voluntad del poder que lo decide. Este sistema es una manera de salirse por la tangente, desde luego, pero establece unas realidades de las que luego nadie escapa. En este sentido, su aplicación ha sido un éxito, en el sentido de que han conseguido lo buscado: crear un cuadro de caos e incertidumbre nuevo en la región, me refiero a Oriente Medio e Irak. Esta política tiene ganadores seguros, las grandes corporaciones de la industria del armamento y de la energía, así como las de seguridad. Son los que pescan en río revuelto. Para el país que lo lidera, EEUU en este caso, la pérdida es notoria, pues estas corporaciones son auténticas sanguijuelas que arruinarían al propio país si pudieran. De hecho, su política es desarmar y arruinar a los estados, y dejar el tema del poder en manos de las grandes corporaciones. Una política a todas luces inviable a largo plazo.

- Entonces, todas vuestras anticipaciones pueden irse al garate a causa de este intervencionismo no esperado…

- Exacto. Pero fíjate que del mismo modo que las corporaciones proponen por la manu militare sus futuros, también nosotros proponemos por la manu imaginare los nuestros, con la ventaja de que éstos no generan cadenas tan brutales e imprevisibles de acontecimientos. En este sentido, actuamos con mayor libertad, pues no nos cuesta nada adaptarnos a las situaciones cambiantes ni dependemos tanto de ellas. Y aunque te parezca mentira y una fanfarronada, nuestra propuesta de futuro neutraliza la de las corporaciones, al sentar, de un modo indirecto y sutil, las bases para la irrupción de lo nuevo.

- Un día me tendréis que aclarar bien este tema, que encuentro francamente discutible. Me interesa más ahora oir vuestra opinión sobre cómo pensáis que los nacionalistas, de uno y otro signo, van a reaccionar ante la victoria de Zapatero.

- Mira Rumbau –contesta Bastides, que llevaba un buen rato callado–, los partidos nacionalistas deberán simplemente dejar de serlo si quieren conservar unos mínimos espacios de presencia pública en el país. Y cómo eso no lo van a hacer, pues el futuro lo tienen negro. Fíjate que no tendrían por qué renunciar a ser partidos locales con intereses locales, pero sí deberían ajustar sus estrategias de fondo para hallar nuevas fórmulas de pertenencia colectiva. Se olvidan de que el público tiene cada día más capacidad de abstracción y, por lo tanto, de volar por su cuenta con la imaginación.

- De todas formas, no me podéis negar que partidos como CiU o el mismo PNV, tienen sólidas bases que les garantizan al menos un cierto futuro… -les digo, intentando racionalizar la conversación.

- Desde luego, tienen hasta el 2020 más o menos, eso nadie se los va a quitar. Pero nosotros pensamos en términos de futuro. Estos partidos, si quieren sobrevivir, deberán adaptarse a los nuevos tiempos, y aquí en Cataluña hay que esperar una o dos generaciones para que surjan políticos con capacidad de entender las cosas y darles la vuelta a estos partidos. En cambio, el partido de Montilla tiene en estos momentos garantizado el futuro inmediato, al ser la única formación catalana que abarca la complejidad tanto social como política, sentimental y empresarial de Cataluña. Claro que pueden perder esta posición, y entrar en delirios de grandeza –o de miseria, que también los hay–, pero lo dudo dado el actual espacio de centralidad que ocupan, acaparando un amplio abanico de posicionamientos adecuados. Tienen el problema de las alianzas, concretamente con ER, pero es de esperar que en las próximas elecciones, este partido irrealista pierda sus opciones actuales.

- O sea que tenemos Montilla para rato…

- Exacto. Veamos cómo se las maneja durante la próxima legislatura con la necesidad de Zapatero de recabar apoyos de CiU. Creo que será un escollo toreable gracias a la misma complejidad contradictoria del PSC, una situación por la que durante muchos años pagaron duros peajes, pero que a la larga les ha servido para alcanzar por su propio peso el poder. La clave del futuro de este partido está en la capacidad de seguir aguantando y aumentando las contradicciones existentes en su seno. Si lo consiguen y afinan esta condición, sin duda alguna llegarán al 2020 con holgura, aunque por el camino cambien de forma y de nombre.

Impresionado por los vaticinios de mis amigos futurólogos, pienso que ya es hora de ir tirando para las duchas. Quedamos en vernos la próxima semana para seguir tratando el tema, que me parece de lo más fascinante. Y mientras subo hasta el club, ellos continúan su paseo diario caminando dónde las olas rompen en la playa.